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jueves, 3 de noviembre de 2011

EL PORFIRIATO

Se conoce como régimen porfirista la etapa de la historia de México comprendida entre 1876-1911. Durante esos años gobernó Porfirio Díaz, a excepción del breve periodo (1880-1884) en que fue presidente Manuel González.
Esos años marcaron la consolidación del país como una nación articulada a la cual la derrota de Maximiliano le había servido para reafirmar su identidad nacional. Además, el acelerado desarrollo de los ferrocarriles contribuyo a vincular los mercados locales las economías regionales separadas por grandes distancias y obstáculos geográficos, hasta entonces insalvable.

Porfirio Díaz supo captar las necesidades de la burguesía en ascenso. Su triunfo inicial y su prolongada dictadura se explican por el deseo ferviente de estabilidad política y de paz social después de más de medio siglo de convulsiones internas, golpes de estado, invasiones extranjeras y luchas civiles prolongadas. Un gobierno fuerte, que diera garantías a la propiedad, impulsar el desarrollo económico, pusiera orden y diera paz para los negocios, era una exigencia generalizada de las clases poseedoras nacionales y de los inversionistas extranjeros ya que veían en el permanente estado de agitación política un peligro para sus intereses.
Durante el porfiriato, el sistema capitalista se desarrollo con rapidez y estimulo el crecimiento de la economía del país. A ello contribuyeron tres factores: la estabilidad política impuesta por el régimen, la avalancha de inversiones extranjera y la integración de la economía nacional y su vinculación a los mercados exteriores, gracias al desarrollo de las comunicaciones especialmente de los ferrocarriles sin embargo, esta transformación capitalista se hizo desde arriba, siguiendo la vía mas reaccionable la cual conserva el poder por parte de los terratenientes feudales que se transforman paulatinamente en capitalistas, la lenta y dolorosa transformación de las formas feudales de producción en formas capitalistas la conservación de la gran propiedad latifundista, la negación de cambios democráticos en el régimen político, la existencia de gobiernos autoritarios expresan la alianza entre terratenientes y la burguesía, y la represión a las masas.
La etapa del capitalismo que inaugura el porfiriato puede ubicarse en los marcos de una transformación lenta de los terratenientes feudales en capitalistas y una apertura indiscriminada al capital extranjero. No se trata de una vida democrática de cambios capitalistas sino de una vía autoritaria y desde arriba. “el estado porfiriano promovía el desarrollo del capitalismo, pero lo hacia por una vía acorde con los intereses conservadores de los terratenientes aburguesados, los grandes comerciantes y los monopolios extranjeros”.
México conoció la estabilidad política, líquido buena parte de las trabas feudales heredadas de la colonia y conoció el triunfo de la burguesía liberal en el último tercio del siglo XIX, cuando los países capitalistas entraban en una etapa superior de su evolución.
En nuestro país las inversiones extranjeras alcanzaron enormes proporciones y controlaron ramas completas de la economía. Eran el factor dominante en la minería, petróleo, ferrocarriles, electricidad, bancos, industria y gran comercio. Con su participación, crecimiento económico fue considerable desequilibrado ya que se desarrollaron mas las actividades orientadas a la exportación, recibiendo un escaso impulso a la producción industrial y agropecuaria destinada al mercado nacional. Además la economía del país quedo subordinada a los intereses de los grandes monopolios.
En la agricultura predominaban los latifundios. La reforma dio un golpe casi mortal a los latifundios eclesiásticos. Pero al mismo tiempo, sentó las bases legales para el despojo de las tierras a las comunidades campesinas. Fue el régimen porfirista que llevo hasta sus últimas consecuencias la concentración de las tierras a manos de los hacendados, sobre todo a partir de la legislación que permitió la acción de las compañías deslindadoras.
La política del porfirismo fue conservar sin afectación los latifundios semifeudales e impulsar su transformación capitalista con el apoyo estatal. En consecuencia, en la agricultura mexicana coexistían las formas de producción capitalistas con las formas precapitalistas.
Podemos decir que el gobierno porfirista fue el primero que aplicó una política económica definida. Impulso el desarrollo del capitalismo privilegiando por todos los medios a su alcance a la inversión extranjera y apoyando a las grandes haciendas para que se convirtieran en latifundios capitalistas.
El modelo de desarrollo (o mas bien dicho, el patrón de acumulación de capital) seguido durante el porfirismo fue un modelo exportador primario. Ya que lo fundamental era impulsar la producción para exportar las materias primarias agrícolas y mineras.
Ascenso de Porfirio Díaz al Poder
El plan de Tuxtepec levantaba como demandas centrales la “no reelección” del presidente y de los gobernadores; el desconocimiento del gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada; el reconocimiento de los gobernadores que se adhieren al Plan; las elecciones a los dos meses de ocupada la ciudad de México; y la entrega de la presidencia provisional a José Maria Iglesias, presidente de la Suprema Corte de Justicia, si aceptaba el Plan. En los años anteriores, el prestigio del general Díaz había sufrido una fuerte merma por sus esfuerzos personalistas para llegar al poder. Derrotado en las urnas por Juárez, se había levantado con el Plan de La Noria para conocer la derrota en el campo de batalla. Persistente, bajo el gobierno de Lerdo de Tejada concertó alianzas, buscó apoyos y se preparó para asaltar nuevamente el poder.
Fue determinante para el éxito del Plan de Tuxtepec, la política de alianzas realizada por Díaz con distintos grupos de empresarios y caciques regionales Manuel González en Tamaulipas, Jerónimo Treviño y Francisco Naranja en Nuevo León, Evaristo Madero en Coahuila. Liberales partidarios de vincularse más a los Estados Unidos y con capitalista estadounidenses, principalmente texanos, que lo apoyaron con armas, parque y dinero.
El rebelde oaxaqueño esta vez tuvo a su favor la impopularidad del presidente Lerdo, la división que provocó en las filas gubernamentales la pugna entre éste y José María Iglesias, presidente de la Suprema Corte de Justicia, y el respaldo de los empresarios estadounidenses que le permitió librar una lucha que desgastó al gobierno constituido. En contraparte, Lerdo se vio imposibilitado para adquirir armamento en Estados Unidos.
El compromiso de Díaz, que le permitió formar este bloque político y social, fue las relaciones comerciales con Estados Unidos, particu­larmente impulsar la construcción de ferrocarriles para establecer vínculos económicos mas firmes, y estabilizar el país y la frontera, cuestión que intere­saba sobremanera a los norteamericanos.
Con la caída de Lerdo se operó un importante cambió en la actitud del gobierno mexicano hacia la inversión extranjera. Juárez y su Sucesor habían cuidado que la presencia del capital extranjero no se convirtiera en una nueva forma de colonialismo. Incluso Lerdo, convencido de la necesidad de mante­ner alejados a los capitales norteamericanos había expresado que "entre la fuerza y la debilidad, el desierto", con lo cual dejaba asentada la necesidad de aislar al país de la potencia económica de los vecinos del norte. En consecuen­cia, había cancelado cinco de los seis contratos para la construcción de ferro­carriles entre la frontera norte y el interior de México y había rechazado un acuerdo de reciprocidad comercial.
En cambio, Porfirio Díaz se esforzó por integrar al capital extranjero a la estructura económica y social del país, involucrarlo en el desarrollo de nuestros recursos natural, y lo convirtió en un elemento sustancial en la vida nacional. Si al principio de su gobierno tuvo conflictos con algunas fracciones de los empresarios y autoridades norteamericanas, paulatinamente fue limando las diferencias y creando las condiciones para lograr que las inversiones extranje­ras se volcaran a la economía mexicana. Ya como presidente, Porfirio Díaz se enfrentó con el problema de un ejército numeroso, 30 mil hombres, que absorbía gran parte de los recursos financieros del gobierno.
Para evitar que al disolverlo se incrementara el bandolerismo o se provocara descontento y un intento de golpe militar, incorporó a muchos miembros del ejército a la policía rural. Propició también que generales destacados fueron gobernadores, teniendo que dejar el mandó directo de tropas y, auque les daba poder político regional, se debilitaban como adversarios en 1a lucha por la presidencia de la República. Transladó a los oficiales y a la tropa a regiones distantes, lejos de la influencia de sus antiguos jefes. Para rematar esta obra, entrego múltiples privilegios a los más importantes jefes militares.
Limitando la posibilidad de nuevas insurrecciones, el general Díaz satisfacía uno de lo anhelos más sentidos de la población, y especialmente, de la burguesía: establecer la paz y alcanzar la estabilidad política necesaria para impulsar el desarrollo económico. Para pacificar el país y garantizar la propiedad, se combatió en forma drástica a los salteadores de caminos y a todos los bandoleros. Se reprimió cualquier intento de rebelión, sobre todo proveniente de los partidarios de Lerdo que varias veces intentaron levantarse en armas. La represión contra los apaches en el norte del país fue igualmente implacable y bárbara. No se abandonó su persecución hasta que fueron totalmente derrotados y práctica-mente exterminados.
Desde su primer gobierno procuró controlar al poder legislativo manipulando los comicios de diputados senadores recurriendo a todo tipo de fraudes electorales, con objeto de que triunfaran sus incondicionales. Asimismo buscó someter a los gobernadores al poder del centro, convirtiendo al federalismo en una pura facha decorativa.

El gobierno del general Manuel González
Don Porfirio, que ya había empezado a controlar los hilos del poder, desprestigió a los candidatos que no eran de su agrado y debilitó el apoyo que tenían. Finalmente, eligió un presidente permutable en cuya lealtad sabía que podía confiar implícitamente para impulsar el programa y que le devolvería el gobierno cuatro años más tarde, éste era el general Manuel González, que tenía además la ventaja de ser un militar prestigiado, su incondicional y coincidir en el programa de construcción de vías férreas. Por primera vez, en casi tres décadas, se transmitió pacíficamente el poder, aunque se llevó a cabo en medio de fraudes y violaciones al sufragio.
Manuel González continuó la obra económica y política de Díaz. Se preocupó por someter a los gobernadores al dominio de la Federación, repri­mir el bandolerismo y los focos de disidencia, y avanzar en la estabilidad política del país. Se continuó con los fraudes electorales, la imposición de candidatos y la intervención en la política interna de las entidades federativas.

La construcción de ferrocarriles.
Durante su gobierno se reinició la construcción de los ferrocarriles y se tendieron más de 5 mil kilómetros de vía férrea en cuatro años. En marzo de 1884, ya se podía ir en ferrocarril de México a Chicago. Las compañías norteamericanas aprovecharon las ventajosas concesiones que habían firmado con Díaz. Al trazar los ferrocarriles impusieron, desde entonces, sus intereses, aprovecharon su fuerza y su capital para trazar las líneas ferroviarias hacia la frontera norte, sin pretender comunicar las regiones del país que más lo necesitaban, ni mucho menos conectar por medios ferroviarios las costas mexicanas de ambos mares. Para acelerar la construcción de las vías férreas el gobierno otorgó subsidios a las compañías constructoras, sentando las bases para una crisis de las finanzas públicas que se abatiría sobre el gobierno de Manuel González en la segunda parte de su mandato.




La Primera Reelección

Al ascender por segunda vez a la presidencia, este continúo la política que caracterizaría a su prolongado gobierno: represión a la disidencia y a los movimientos populares, apertura al capital extranjero, centralización del poder, impulso al capitalismo dependiente.
En el terreno político introdujo algunos cambios, producto de su experiencia en el ejercicio del poder. Se cuidó muy bien de impedir que surgiera una figura política que le pudiera disputar el poder.
En este periodo en forma decidida aplico el que iba hacer el lema de su gobierno “Poca política y mucha administración”. Con ello buscaba que el esfuerzo de los grupos que perseguían el poder se canalizaran en la administración pública y que dejaran aun lado las disputas por la presidencia, lo cual solo podía llevarse a cabo si se incorporaban a ella.
Una vez que hubo destruido todo rastro de federalismo, a poyo eh impulso a los cacique que habían plegado y a los que habían surgido bajo su dominio. De esta manera empezó a construirse una pirámide que tenia en su vértice al dictador y de la cual formaba parte los gobernadores, los caciques regionales, los jefes políticos, los hacendados, etc. Al mismo tiempo liquidó a aquellos que no se plegaron a negociar con él y aceptar su predominio. Tal fue el caso del general trinidad García de la Cadena, famoso político de Zacatecas, opuesto a la reelección de Díaz y al que se le aplicó la “ley fuga” en 1886. García de la Cadena había buscado la alianza con Heraclio Bernal, conocido bandolero social de Sinaloa, que contaba con el apoyo popular por su lucha contra los ricos de la región.
Esta alianza había sido temible para el porfirismo en la medida de que García de la Cadena era un político de alcances nacionales, con méritos propios y cierta fuerza política. Al buscar el apoyo de Bernal se hacía de una base social que podía ocasionarle un serio dolor de cabeza al régimen. Y es que el bandolerismo era en esos años una forma popular de la lucha de clases, el bandolero era un héroe nato de los pobres, personificaba su protesta contra el propietario y por ello desafiaba la autoridad constituida, tenía el apoyo de los pobres que le cantaban, protegían y difundían, engrandeciéndolas­, sus hazañas. Con esta política de reconciliación, la base del porfirismo se amplió, la mayoría de los grupos políticos se insertaron en la administración y Díaz empezó a propiciar las pugnas entre ellos, conservando el papel de árbitro de sus disputas por tajadas del poder. De esta manera se cuidó mucho de que no surgiera una figura política capaz de hacerle sombra y consolidó su poder.

La Política Económica.

La vinculación de México al mercado mundial lo hizo más vulnerable a las crisis económicas del capitalismo. En 1885 continua­ba la crisis iniciada dos años antes, mas tarde, en 1892 volvía a presentarse la recesión, y luego seguiría otra en 1905 y, la más grave en 1907-1908. Los efectos de las crisis era la disminución de la actividad económica, el aumento del desempleo, la baja en los precios de los productos de exportación, la restricción de los ingresos del gobierno y de su gasto. Para enfrentar las crisis se reducieron los gastos públicos, se aumentaba o creaban nuevos impuestos, se reducieron los salarios de la burocracia, se suspendía temporalmente el pago de los subsidios a los ferrocarriles y la deuda interna.
Sin embargo, en la crisis de 1884-1885, estas medidas no fueron suficientes, entonces el gobierno de Díaz decretó el reconocimiento de la deuda inglesa, en febrero de 1886, para tratar de recuperar el crédito internacional. La nueva negociación fue peor que la hecha por el régimen de González, la deuda aumentó y llegó a casi 100 millones de pesos, contra los 86 que se había negociado antes. Con mano dura se reprimió cualquier intento de protesta fueron a la cárcel estudiantes y periodistas.
La crisis económica iniciada en 1891 disminuyó la popularidad del gobier­no. Se combinaron la crisis capitalista mundial, un mal año de cosechas, la disminución del precio de la plata en el mercado mundial, la inflación, los subsidios a los ferrocarriles, la descapitalización del país, la retracción del capital extranjero, “ las causa de la catastrófica crisis de 1884 que volvía a presentarse infaliblemente en 1892”.

La Reelección Permanente.

Cuando Díaz promueve su tercer mandato presidencial, a logrado constituir un amplio bloque en el poder constituido por los terratenientes, los banqueros, los grandes comerciantes, los industriales, el clero, los militares y el capitalismo extranjero y sus representantes. Las disputas entre las fracciones de la burguesía no desaparecieron, pero se subordinaron a la solución que da el presidente, convertidos en el juez de estos conflictos. Presentando como logros, los apoyos obtenidos del capital extranjero, la relativa paz social, la establecida política, la reconciliación de los grupos liberales, Díaz logró reelegirse.
Una cámara de diputados integrada desde 1886 por incondicionales del régimen y que había renunciado a todo asomo de independencia y dignidad política, aprobó la modificación de la Ley para permitir una reelección más en 1887, toda vía no era la reelección indefinida, pero esta se logró al poco tiempo en Mayo de 1890 después de realizar un plebiscito a todas luces amañado.
'Porfiriato en méxico (1876-1911)'
Por cuarta vez el genera Porfirio Díaz, rinde la protesta de ley ante el Congreso de la Unión como Presidente Constitucional.
A partir de 1890 Don Porfirio no tendrá adversario. Sus métodos de gobierno, modificados y afinados por 13 años de poder se caracterizaban por dividir a sus colaboradores, enfrentarlos a poyar a uno y a otro por de bajo del agua, rechazar a los que resaltaban elevar a sus opositores.
Para garantizar su reelección, Díaz a poyo la fundación de la junta Central Porfirista, en 1891, que más tarde se convirtió en la Unión Liberal, que celebró en 1892 su Convención y propuso la reelección de Díaz, pero la condicionó recomendando también la observancia de cuatro libertades democráticas: sufragio, asociación, prensa y justicia.
El poder político se había concentrado en un reducido grupo, se había formado una oligarquía que dominaba al país con mano de acero. La partici­pación de otros sectores sociales en puestos importantes de la administración pública estaba totalmente excluida. Al contrario no había ninguna movilidad en los integrantes del gobierno.
Aunque las apariencias de un gobierno republicano se conservaron, como lo señalaba Díaz al periodista Creelman en 1908: elecciones periódi­cas, existencia de tres poderes, régimen federal, nada de esto funcionaba conforme a sus principios.
Aunque republicano el gobierno funcionaba como una monarquía, las elecciones eran una farsa, el poder legislativo y el judicial estaban formados por incondicionales del dictador, la soberanía de los estados no existía en los hechos. Una burocracia inamovible gobernó desde entonces. El Senado fue un asilo de exgobernadores y generales seniles. Había cierta dificultad para ser diputado o senador, pero una vez alcanzado el puesto todo era fácil. Desde 1888 se acabó la historia política nacional y local.
A pesar de las muestras de oposición, de la crisis económica, de las denuncias de periodistas valerosos como Daniel Cabrera, Antonio Rivera y otros, el aparato político electoral y represivo del porfirismo ya había alcanza­do un alto grado de eficacia. Se llevó a cabo la nueva reelección para el periodo 1892-96.
Desconfiado, Porfirio Díaz mantuvo una relación contradictoria con los “científicos”. Al mismo punto que lo utilizaba para conservarse en el poder, trataba de limitar sus ambiciones políticas y restringir su fuerza. En ocasiones le otorgaba privilegios, pero luego promovió campañas en su contra a pesar de este doble juego, las fuerza de los científicos fue en aumento y en la primera década del siglo pasado influyeron decisivamente en las orientaciones del régimen.

La minería era muy sensible a los efectos de las crisis externas y se veía afectada por los altibajos de la demanda mundial. Esto fue particularmente claro en el caso de la plata. Siendo la base de la moneda mexicana, conforme aumentaba su producción mundial y se imponía el patrón oro, o sea el respaldo en oro de las principales monedas del mundo, el precio de la plata disminuía. Esto tuvo un efecto negativo en la economía mexicana y en la moneda del país que se devaluaba cada vez que el precio de la plata disminuía.

PETRÓLEO. En marzo de 1901 se inició la explotación petrolera en México. La pionera fue la Mexican Petroleum Company fundada por Edward Doheny el "rey del petróleo", que empezó explotando los campos de El Ebano, región cercana a Tampico. Más tarde, en 1905, se creó una filial, de triste memoria por los atropellos a que sometió a la población y al país, la Huasteca Petroleum Company. Doheny monopolizó la producción de petróleo, combustible fun­damental, empleado entonces en las locomotoras y, desde luego, en los moto­res de combustión interna.

Movimientos Sociales
Orientado como estaba a favorecer al capital y su fortalecimiento, el régimen porfirista gobernó para un reducido grupo de empresarios y terrate­nientes nacionales y extranjeros. De ahí su caracterización como un régimen oligárquico. El Estado porfirista no respondía en forma positiva a 1as demandas populares. Al contrario, ejercía la más violenta represión contra las acciones de lucha de las masas campesinas, obreras y pequeño burguesas. Durante todo el porfirismo hubo movimientos de resistencia, en su mayoría locales, aunque expresaban un malestar generalizado.
Es cierto que hubo momentos en que los conflictos sociales disminuían, pero más adelante regre­saban en forma exacerbada ya que las cuestiones de fondo nunca tenían una respuesta favorable para los trabajadores. De esta manera, la presión social fue creciendo y los enfrentamientos aumentando de violencia y de número.
Las demandas de los trabajadores durante todo el porfirismo iban orien­tadas a mejorar sus condiciones de trabajo, aumentar salarios, reducir la jornada de trabajo, obtener el pago de días festivos y otras prestaciones. Asimismo, había una queja permanente contra las pésimas habitaciones que proporcionaban las empresas y su elevado alquiler. De aquella época son la gran huelga de los trabajadores de la fábrica Hércules en Querétaro, duramen­te reprimida, la de los tipógrafos de la imprenta del gobierno de México y las de los mineros de El Rosario en Sinaloa.
Porfirio Díaz tuvo una política doble frente a estas primeras organizaciones obreras. Busco controlarlas y corromper a los dirigentes. A los grupos más moderados les entregaba apoyo económico y a aquellos que no aceptaban el cohecho, normalmente los más radicales, los reprimía. De esta manera disminuyó su influencia y para la década de los noventa había dismi­nuido mucho su actividad.
Las condiciones de trabajo en las fábricas, minas, campos petroleros, ferrocarriles, de propiedad extranjera, eran tan malas como en las fábricas propiedad de nacionales, pero añadían la discriminación racial. Como reacción, entre los obreros se despertó una conciencia nacionalista, como una forma de oponerse a la discriminación aunque eran sometidos por los monopolios extranjeros. Una exigencia generalizada era que los obreros mexicanos tuvieran las mismas ventajas de que disfrutaban los- extranjeros.
El arma a la que más recurrieron los obreros para presionar en busca de una
solución favorable a sus demandas fue la huelga. Aunque estaban prohibidas todo tipo de huelgas, de 1881 a 1911 ocurrieron unas 250. Desde 1905 la situación de los trabajadores se agravó y el número de huelgas aumentó. Sólo en 1907 hubo 25 huelgas de gran envergadura en la República. La mitad de ellas en el Distrito Federal, le siguieron Veracruz y Puebla.Destacan las huelgas de Cananea en 1906 y Río Blanco en 1907: En Cananea, la mina era propiedad de la Cananea Consolidated Copper Com­pany, propiedad de William C. Greene. La mina era una de las más importantes productoras de cobre, mineral que se exportaba en su mayor parte y que había adquirido gran importancia con el desarrollo de la electricidad.
Laboraban entre 4 y 5 mil obreros. Allí, la mecha que encendió la bomba fue la situación privilegiada de los trabajadores norteamericanos frente a los mexicanos. Mien­tras éstos realizaban los trabajos más pesados y recibían tres pesos diarios en moneda nacional; aquellos realizaban labores menos pesadas y recibían 5 pesos en oro. Los mineros fueron agredidos por dos hermanos norteamericanos, los Metcalf; respondieron el ataque y murieron ambos hermanos. Para reprimir a los trabajadores, el gobernador de Sonora, Rafael Izábal, y William C. Greene, trajeron cerca de 300 “rangers” bien armados de Estados Unidos. En unión con los esbirros de la empresa reprimieron a tiros a los trabajadores matando alrededor de 30. A pesar de la resistencia los obreros fueron vencidos, y los líderes del movimiento, entre ellos Baca Calderón y Diéguez, condenados a 15 años de cárcel en el castillo de San Juan de Ulúa.
'Porfiriato en méxico (1876-1911)'
Crisis Del Porfirismo

La crisis de la dictadura porfirista se expresa en todos los niveles de la vida del país. No fue sólo la crisis de un sector, sino que fue económica, política y social. Se habían acumulado una gran cantidad de tensiones de todo tipo, y aunque la apariencia de paz y orden que había forjado el dictador ocultaba la realidad, no tardaría ésta en aflorar violentamente. El último periodo presidencial de Díaz se vio conmocionado por graves crisis económicas y por amenazantes conflictos sociales.





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